El restaurante Foc i Oli no tiene ningún as guardado debajo de la manga. En principio. No busques con la mirada una sala contigua a la principal. No la hay. Tampoco busques un segundo piso o alguna pista que te lleve a pensar que hay algo más allá de lo que se ve a simple vista. Error.

El Foc i Oli es lo que se ve: un pequeño rincón sin mesas con capacidad para menos de diez personas que podrán comer en alguna de las estrechas barras del local. Sin embargo, el Foc i Oli es también lo que se come: unos bocadillos y hamburguesas de ineludible calidad.

LAS HAMBURGUESAS DE FOC I OLI

El chivito es la gran especialidad de Foc i Oli, un bocadillo que recomiendan a los que se estrenan por primera vez en el restaurante y que tiene en las finas lonchas de entrecot su gran atractivo. Tiene acento uruguayo, como uno de los copropietarios del local, que se asoció con un francés para reivindicar el bocadillo como parte de un slow food mucho más complejo. Así es como nació en 2013 Foc i Oli, que además de sus ilustres bocadillos tiene cinco hamburguesas que rayan la excelencia. La Especial y la Foie seguro que fueron el plato estrella en La Última Cena que retrató Leonardo Da Vinci mientras que las patatas artesanales que las acompañan juegan en otra liga.

LO BUENO SE HACE ESPERAR

Los chicos de Foc i Oli son muy buenos, pero no tienen súperpoderes. Tanto las burgers como los bocadillos tardan lo suyo en salir, un pequeño peaje que hay que pagar antes de saborear los pedacitos de cielo que sirven. También tienen servicio de take away, así que puede ser otra opción para los que prefieran devorar en la intimidad. Con todo, una vez sales por la pequeña puerta del restaurante Foc i Oli para volver a la normalidad de la calle Aribau, te das cuenta que el as nunca había estado debajo de la manga, lo habías tenido delante de las narices todo el tiempo. El secreto del Foc i Oli es la experiencia en su conjunto. Una jugada maestra.